¿Por qué conformarse con una reproducción impresa cuando puedes tener una buena copia original de

¿Por qué conformarse con una reproducción impresa cuando puedes tener una buena copia original de
"La noche estrellada" 1889, Vincent van Gogh. Copia facsímil realizada con acrílicos sobre cartón por Francisco R. Mayoral (1996).

miércoles, 18 de enero de 2012

El jarrón azul (acrílico sobre cartón, 1996)

Lo que interesó a F. R. Mayoral en 1996 fue la conexión sutil entre el cuadro y su destinataria

Nuestro autor se apercibió de que, más que por la representación de flores abiertas, Paul Cézanne se interesó en esta obra por la modulación del color para destacar la incidencia de la luz y las variaciones de colores que produce sobre los objetos del conjunto. El efecto que este cuadro produjo en F. R. Mayoral fue tan intenso que le impulsó a pintar su copia facsímil en 1998 para satisfacer un encargo con tema de libre elección.

Paul Cézanne, 1889
La delicada belleza de esta pintura evocó en nuestro artista la personalidad de su destinataria, precisamente por su aparente simplicidad y sobriedad, tan alejadas de la exuberancia y la riqueza que podemos encontrar en otras composiciones florales como las de Renoir. El espacio está construido mediante un hábil juego de líneas verticales y horizontales y por un justo reparto de los volúmenes, mientras que la armonía de conjunto se obtiene gracias al sutil empleo de diferentes azules. La composición está centrada en el jarrón colocado encima de la mesa que protagoniza la escena.

Cerca de diez años antes, en Auvers-sur-Oise, Cézanne ya había pintado varios ramos de flores, pero aquí añade un elemento nuevo: las manzanas. Las frutas se destacan por su color y evocan los bodegones frutales, mucho más frecuentes en su obra que los cuadros de temática floral. El artista habría declarado: "En cuanto a las flores, he renunciado a ellas. Se marchitan enseguida. La fruta es más fiel". De modo que este lienzo impresionista se encuentra así enriquecido por la asociación de dos temas a los que debió su título anterior de "Flores y fruta".

Acrílico sobre cartón.
Formato: 52x42,5 cm
No disponible (puede duplicarse por encargo en formato a medida).

lunes, 2 de enero de 2012

La bebedora de absenta (óleo sobre táblex, 1998)


Soledad y decadencia frente a la copa cómplice

Durante la "Belle Époque", París y su bohemia alucinaron con la bebida de ajenjo conocida como absenta que reinó en Montmartre y el Moulin Rouge.

Henri de Toulouse Lautrec, Edouard Manet, Edgar Degas, Paul Gauguin, Vincent Van Gogh, Pablo Picasso, son sólo algunos de los pintores que además de sucumbir a los efluvios alucinógenos del ajenjo, le dedicaron numerosos trabajos. La música, los carteles publicitarios, el cine y, en general, todas las formas de expresión artística rindieron culto y tributo a esta bebida.

Picasso, 1901
Entre las muchas obras pictóricas que se dedicaron al licor y sus adictos, hemos seleccionado este cuadro, pintado en 1901, en el que Picasso plasmó descarnadamente el estado de evasión solitaria producido por el licor alucinógeno.

Su innegable atractivo, sedujo a nuestro autor F. R. Mayoral  que pintó su copia facsímil en 1998.

A principios del siglo pasado, se bebían en Francia millones de litros de absenta al año y era, de todos los licores disponibles, el más consumido entre los parisinos. Pero no sólo París conoció las “bondades” de la absenta; también en Buenos Aires, se bebía en los círculos intelectuales, y no faltaron las letras de tango que le cantaron al elixir mágico, conocido como "el hada verde" por sus efectos psicoactivos y estimulantes de la imaginación y la creatividad.


Óleo sobre táblex (enmarcado)
Formato: 64x49 cm
Tamaño enmarcado: 72,5x57,5 cm
Consultar disponibilidad y condiciones.

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