Indolencia voluptuosa captada por F. R. Mayoral en 1998
Henri Matisse, en los años 20 del pasado siglo, llenó de color la sutil voluptuosidad de sus famosas odaliscas, cuya indolencia, como nota común, parece transmitir la seguridad de unas hermosas mujeres que se sustenta en la confianza construida sobre el atractivo de sus sensuales encantos, de los que hacen alarde sin histrionismo alguno.
Henri Matisse, 1925
Gráciles, sofisticadas, lujosas que no lujuriosas, magnéticas... y siempre indolentes, las modelos que pueblan la colección de odaliscas, nos sumergen en un universo de exotismo oriental evocador de "Las mil y una noches", mostrándose a la vez, tan descaradas en sus posados como inaccesibles; tan paradójicamente carnales como etéreas.
Magistralmente insertadas en contextos y situaciones que sólo la fértil imaginación y el brillante uso de intensos colores del maestro Matisse pudieron concebir y realizar. La "Odalisca con pandereta", pintada por su autor original en 1925, actualmente muestra sus encantos en el MOMA de Nueva York.
Para captar la magia de esta copia facsímil, Francisco tuvo que liberarse de su hechizo y dejar en absoluta libertad la disciplina de los pinceles.
Óleo sobre tabla (enmarcado) Formato: 35,5x27 cm Tamaño enmarcado: 45x37,5 cm No disponible (puede duplicarse por encargo en formato a medida).
"La danza" de Francisco R: Mayoral, óleo pintado en 2003
Siendo muy niño, vi por primera vez la, para mí, genial película de Walt Disney"Fantasía". Fue desde entonces que comencé a sentírme cautivado por la música clásica que la pantalla me había envuelto en maravillosas y mágicas imágenes animadas. Vi aquella película catorce veces, lo que pude permitirme por tener una hermana mayor trabajando como acomodadora del entonces cine Panorama, en la calle Cedaceros de Madrid, del que ignoro su estado actual trás ser reconvertido más tarde en teatro.
La fiesta de imágenes y sonidos me embriagó por completo. Me subyugó provocando toda clase de intensas emociones a mi sensibilidad infantil; desde las más tiernas a las más terroríficas, pasando por la divertida, aunque estresante, secuencia de Mickey como "Aprendiz de brujo".
Ahora, desde el recuerdo más entrañable, tendría dificultades para escoger, de entre todas las piezas sinfónicas de la banda sonora, a una de ellas como favorita. He vuelto a ver la película y escuchado todas, una y otra vez, sin poder evitar que me vengan a la memoria las imágenes de aquel largometraje iniciático.
Sin embargo, muchos años más tarde, hay un sólo caso en el que la espontánea simbiosis con los dibujos de Disney, se ha visto sustituida en mi mente por otra obra de arte vinculada a "La danza de los jóvenes" de "La Consagración de la Primavera" del maestro ruso Igor Stravinski.
Porque, si de pequeño me impactó la música de la historia del desarrollo de la vida en nuestro planeta, descrita y narrada por los expresivos dibujos de "Fantasía"... ¡aquellos dinosaurios! fue, ya de adulto, que me impresionó mucho más, descubrir que el objetivo de Stravinski al componer su obra para ballet fue, según sus propias palabras, "expresar la vida primitiva"; en mi opinión, sacralizada en la danza primaveral de un olvidado rito pagano de fertilidad.
Henri Matisse, 1909-1910
Y, poco después, se produjo la nueva asociación plástica, al contemplar, en uno de mis muchos libros de pintura, a los bailarines inmortalizados en la pintura "fauvista" de Henri Matisse"La Danza".
El cuadro original, pintado por Matisse entre 1909 y 1910, está expuesto en el Museo del Hermitage de San Petersburgo y muestra una fiera utilización de los colores y el delineado de las figuras de los danzantes que transmiten una intensa sensación de movimiento y ritmo.
Es, sin duda, una obra maestra del fauvismo que no pude resistirme a pintar en 2003.
Óleo sobre tela montada en madera (enmarcado) Formato: 46x55 cm Tamaño enmarcado: 56x65 cm Consultar disponibilidad y condiciones.