¿Por qué conformarse con una reproducción impresa cuando puedes tener una buena copia original de

¿Por qué conformarse con una reproducción impresa cuando puedes tener una buena copia original de
"La noche estrellada" 1889, Vincent van Gogh. Copia facsímil realizada con acrílicos sobre cartón por Francisco R. Mayoral (1996).

viernes, 18 de mayo de 2018

Mi dormitorio en Arlés (Acrílico sobre lienzo)


Mi "Dormitorio en Arlés". Acrílico sobre lienzo, 2018.

Recuerdo una vieja costumbre de mi infancia, adoptada como hábito por la influencia de mis hermanas mayores. Era una especie de huida, consistente en buscar refugio solitario en el propio dormitorio cuando se producía algún incidente ingrato o una situación sentida como de incómoda hostilidad en el mundo exterior.

Me ha sobrevenido inevitable esa evocación, sepultada en remotos estratos de mi memoria infantil, por la sorprendente coincidencia de que una buena amiga me encargaba la realización de un cuadro, en las mismas fechas en que me sentía muy maltratado como miembro de la red social facebook. Y lo más curioso es que el cuadro cuya copia facsímil me encomendó mi amiga fue, precisamente, el "Dormitorio de Arlés" del genial Vincent van Gogh. Así pues, puede decirse que he sido llevado a recuperar la olvidada costumbre de antaño, con la única diferencia de que, en esta ocasión, mi refugio solitario no fue mi dormitorio, sino la habitación del maestro neerlandés.

Van Gogh pintó tres versiones de esta obra, con mínimas diferencias en pequeños detalles y más acentuadas en cuanto a las tonalidades de color, de las que aún se encuentran más diferencias según la fuente que se consulte, tanto impresa como en Internet.

A mí siempre me ha encantado la tercera, pintada en 1889. Y ha sido ésa la que he ido recreando, desde el encuadre preliminar abocetado a lápiz, y en la que me he sumergido para envolverme entre luz y color durante varios días.

Pero no he estado solo en ningún momento. Vincent me ha acompañado...

El maestro me ha ayudado a superar los temores por el reto de su genialidad; me ha sugerido mezclas de color de osadía impensable; me ha animado a aplicar mi propio criterio para hacer una cuarta versión con mi punto de vista personal... con mi luz y mis colores.

Me ha estimulado su confesión de que en la pintura él también fue autodidacta, como yo... Y poco a poco, paso a paso, mancha a mancha, hemos ido avanzando.

También hemos conversado mucho. Sobre las injusticias e hipocresías de un mundo que a ambos nos resulta con frecuencia incomprensible y muy ajeno; sobre los egoísmos de quienes dicen amarnos y nos causan dolor conscientemente; sobre la admiración, el respeto y el valor que se nos concede cuando faltamos...

Vincent van Gogh, 1889
Y, sobre todo, hemos hablado acerca de la inmensa importancia y plenitud que regala el sentimiento de la auténtica amistad que él vivió, grandiosa e inalterable, con su hermano Theo y de forma convulsa y posesiva con Paul Gauguin. Algo que llena de calidez y yo disfruto generosamente, ese sentimiento especial al que debo el haber gozado de una maravillosa estancia en esta habitación de Arlés.

Por ello, agradezco muy sinceramente a la querida amiga que, con su plena confianza en mi capacidad y aptitudes, me lo haya pedido y obligado a desentumecer mis dedos y retomar los pinceles, después de demasiado tiempo sin pintar nada... en casi nada.

Acrílico sobre lienzo
Formato: 55x38 cm
No disponible.

viernes, 8 de abril de 2016

La joven de la perla (Óleo sobre táblex, 1998)


Mi "Joven de la perla", óleo sobre tablex, 1998










































Johannes Vermeer
Dentro del numeroso grupo de maestros de la historia de la pintura cuyas obras me admiran y apasionan, ocupa un lugar destacado el holandés Johannes Vermeer.

Este genio nacido en 1632 y de corta existencia, puesto que falleció a los 43 años, nos ha legado una obra tan breve como fue su tránsito por esta vida. Sin embargo, en todas ellas hay una impronta común que siempre captura mi extasiada atención, el magistral uso y representación de la luz.

La impresionante y suave iluminación que protagoniza sus cuadros adquiere una relevancia tal que la escena representada pasa a un segundo plano de interés, a pesar de la belleza y naturalidad con que supo recoger e inmortalizar momentos y situaciones de la vida cotidiana de su entorno.

Este hipnótico efecto sólo se ha invertido en mi caso, como observador subyugado, en dos de sus obras, "La joven de la perla", también conocido como "La muchacha del turbante", y "El arte de la pintura", quizá porque me enamoré de la joven del famoso pendiente y, en el segundo caso, porque es el único autorretrato que se le reconoce, a pesar de encontrarse de espaldas a los ojos del observador.

Sea por los motivos que sean, en septiembre de 1998, no pude evitar el intento de realizar mi propia versión de la belleza de la citada joven que hoy cuelgo en esta galería virtual.



Óleo sobre táblex (enmarcado)
Formato: 31x25 cm
Enmarcado: 42x37 cm
No disponible.


lunes, 11 de mayo de 2015

Caprichos florales [3] (Anilinas sobre papel couché, 2001)


"Capricho floral (3)". Anilinas sobre papel couché, 2001













































Cumpliendo lo que hemos venido anunciando y explicando en las dos entradas precedentes, hoy colgamos en la pared de la galería de duplicART el tercer y último cuadro que completa la trilogía de "caprichos florales", creada y pintada para una gran señora que hoy está eternizada en nuestros mejores recuerdos.

Esperamos que gusten a todos los visitantes, tanto como le gustaron a su destinataria en aquel lejano día de hace ya catorce años. Se trata de tres obras muy sencillas, pero llenas de luz y frescor en su tratamiento y cariño en su realización.

Ojalá que, a través de la vista, llegue a todos el aroma que pretenden transmitir. Para completar la visión de conjunto, se incluye una imagen del tríptico que forman al unirse en la misma pared.




Anilinas sobre papel couché.
Formato: 70x52,5 cm
No disponible.

sábado, 9 de mayo de 2015

Caprichos florales [2] (Anilinas sobre papel couché, 2001)


"Capricho floral (2)". Anilinas sobre papel couché, 2001

Como anuncié en mi entrada anterior, hoy cuelgo el segundo cuadro del trío que pinté con motivos florales para la abuela de dos de mis hijas. Aquella pequeña gran mujer ya no está entre nosotros. Pero la fragancia de su inteligencia natural, su sentido del humor y su entrega a todos menos a ella misma se conserva e impregna mis mejores recuerdos y los de mis hijas y el resto de la familia.

Mañana, colgaré en esta pared de mi galería virtual el tercero y último "capricho floral" de la serie.


Anilinas sobre papel couché.
Formato: 70x52,5 cm
No disponible.

Caprichos florales [1] (Anilinas sobre papel couché, 2001)


"Capricho floral (1)". Anilinas sobre papel couché, 2001

Diversas son las emociones y motivaciones que nos llevan a tomar los pinceles a quienes nos gusta expresarnos con ellos. Sin embargo, si hay un excipiente común a todas ellas, en el que se mezclan para llegar a convertirse en unas formas definidas, ese es el amor.

Amor en su sentido más genérico y elevado. Amor al arte en general, a la pintura en particular, a la luz, a la vida, al color, a la alegría... y, en este caso, amor a una señora que, pudiendo ser mi madre, me quiso como una amiga y me mimó y cuidó, en cierta época de mi vida, como sólo es capaz de hacerlo quien te ha parido.

Este cuadro es el primero de una serie de tres que me pidió para decorar la cabecera de su dormitorio matrimonial. Me dejó libertad absoluta y sólo expresó, tímidamente, que le gustaría que "hubiese flores", a las que adoraba como podía testimoniar cualquiera que se asomara al balcón de su casa.

Me puse a ello con la ilusión de hacerla feliz e intentar corresponder modestamente a las muchas atenciones que me había prodigado. El que aquí presento, es el primero de los tres cuadros que, gracias a la técnica elegida, realicé con bastante rapidez y, cuyo resultado, por fortuna, encantó a la destinataria.

En entradas sucesivas, colgaré aquí los otros dos que completan la terna de "Caprichos florales".


Anilinas sobre papel couché.
Formato: 70x52,5 cm
No disponible.

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