¿Por qué conformarse con una reproducción impresa cuando puedes tener una buena copia original de

¿Por qué conformarse con una reproducción impresa cuando puedes tener una buena copia original de
"La noche estrellada" 1889, Vincent van Gogh. Copia facsímil realizada con acrílicos sobre cartón por Francisco R. Mayoral (1996).

lunes, 27 de mayo de 2013

El puente (óleo sobre lienzo, 1997)


"El puente", etapa de un peregrinaje que no sabe si va o vuelve. Pintado en 1997 por F. R. Mayoral

Queramos o no, seamos o no conscientes, la vida es un constante peregrinar en el que sólo hay dos incógnitas y una certeza. Las dos grandes preguntas son la dirección que se elije y si la ruta es de ida o de retorno. La certeza es que lo único importante en el fondo, lo constituye la forma en que cada cual realice el camino, su propio paso a paso... aunque crea estar inmóvil.

Cuando este cuadro fue pintado, en 1997, es muy probable que fuese bajo la influencia de la etapa de Puente la Reina en tierras navarras de la ruta jacobea... Han pasado muchos años, pero no creo errar en el recuerdo ahora difuso. Era la representación de un viaje de ida.

Sin embargo, fuese cual fuese su significado original, el mensaje actual de esta obra es el contrario al que el autor atribuye a su nacimiento. Hoy es un viaje de retorno que ya ha pasado por ese puente.

Si se ha alcanzado o no la meta pretendida por el autor, es algo que sabrá en el futuro... o no. Sin embargo, aquí y ahora, lo importante es seguir haciendo camino, en cualquier dirección, pero en paz y con seguridad, tanto si el puente une las dos orillas como si las separa.


Óleo sobre lienzo con bastidor.
Formato: 23x28 cm
Tamaño enmarcado: 31x36 cm
Consultar disponibilidad.


miércoles, 24 de abril de 2013

La vida sentada en el portal (aguada en papel, 1974)


Obra original de F. R. Mayoral. Aguada y tinta china en papel Canson (1974)

"En un rincón cualquiera. Un día cualquiera. La vida se sienta en un portal.
Hay huellas húmedas en las paredes pintadas de ayer.
Y la mirada se pierde en la convivencia de la atonía y el sonido de unos pasos que se alejan.
El mundo en la piedra se
vuelve eterno silencio.
Todo es tan viejo que se disfraza en los ojos de nuevo.
¿Adónde fue la primavera de los cuerpos? ¿Adónde las manos llenas?

¿Adónde el sabor de los enamorados versos?
Qué triste cantar de melancolía abriendo la puerta al recuerdo…"


No hay palabras mejores que las bellas y poéticas de Ana Vivero Megías para encabezar la descripción de un cuadro que nació hace casi cuarenta años, cargado ya entonces de profundo significado para su autor que, sin haber llegado a conocer a ninguno de sus abuelos, sintió la necesidad de rendir homenaje a la madre de su madre, permanentemente presente y revivida en las constantes citas maternas de refranes y expresiones inolvidables.

Probablemente la nostalgia que emana la obra y Vivero ha captado para retratarla magistralmente, es la que sentía el autor por los besos y caricias nunca recibidos de su desconocida y, sin embargo, muy presente abuela materna. Fuese por ese u otro motivo, lo cierto es que ese monocromático cuadro, sencillo y de modesto uso de materiales, siempre ha sido uno de los favoritos y más querido para su autor Francisco R. Mayoral en el que siente que hay impregnado un retazo de su alma.

Puesto que los hombres nunca vivirán la experiencia única e indescriptible de la maternidad, la gestación y parto de un trabajo de estas características es, sin duda, lo único que nos permite a los varones una cierta aunque remota aproximación a ese sentimiento. Al menos, este cuadro ha sido y es tan querido como un hijo, ya cuarentón, para Francisco R. Mayoral.


Aguada y tinta china sobre papel Canson.
Formato: 31x22 cm
Tamaño enmarcado: 35x25,5 cm
No disponible (puede duplicarse por encargo en formato a medida).


domingo, 6 de enero de 2013

El Muro Rojo (acrílico sobre tabla, 2003)


Copia facsímil del cuadro de Kandinsky realizada por F. R. Mayoral en 2003

Nuestro autor, Francisco R. Mayoral se declara enamorado de la trayectoria artística y de la obra de Wassily Kandinsky. Especialmente impactado por los cuadros previos a su etapa de abstracción absoluta, descubrió esta esplendida obra que no pudo resistirse a copiar en 2003.

"El muro rojo", Wassily Kandinsky
Las inequívocas cúpulas rusas se abigarran tras el muro rojo que da título al cuadro y lo divide en sangrienta diagonal separando e integrando a la vez dos mundos contrapuestos. El del urbanismo, con sus agobiantes ventajas, y el de la naturaleza exterior donde comparten primer plano unos personajes, cuyo simbolismo queda para la interpretación subjetiva del espectador, sabiendo que en Kandinsky nada es gratuito ni carente de sentido y significado.

Sin embargo, lo principal, como siempre en este maestro, es la emoción transmitida. La conmoción interior que el derroche de color y vitalidad provoca en quien contempla la obra, dejando que fluyan los sentimientos sin el entorpecedor filtro del razonamiento.

Quizá el encanto de este "muro rojo", sangriento, radica en la intención deseada y deseable de que la humanidad deje de levantar muros separadores entre unos y otros. Un crítico canto de color feroz a favor de eliminar los dolorosos resultados de tal comportamiento.


Acrílico sobre tabla (enmarcado)
Formato: 28x38,5 cm
Tamaño enmarcado: 40,5x51,5 cm
Consultar disponibilidad.


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