Mi "Dormitorio en Arlés". Acrílico sobre lienzo, 2018. |
Recuerdo una vieja costumbre de mi infancia, adoptada como hábito por la influencia de mis hermanas mayores. Era una especie de huida, consistente en buscar refugio solitario en el propio dormitorio cuando se producía algún incidente ingrato o una situación sentida como de incómoda hostilidad en el mundo exterior.
Me ha sobrevenido inevitable esa evocación, sepultada en remotos estratos de mi memoria infantil, por la sorprendente coincidencia de que una buena amiga me encargaba la realización de un cuadro, en las mismas fechas en que me sentía muy maltratado como miembro de la red social facebook. Y lo más curioso es que el cuadro cuya copia facsímil me encomendó mi amiga fue, precisamente, el "Dormitorio de Arlés" del genial Vincent van Gogh. Así pues, puede decirse que he sido llevado a recuperar la olvidada costumbre de antaño, con la única diferencia de que, en esta ocasión, mi refugio solitario no fue mi dormitorio, sino la habitación del maestro neerlandés.
Van Gogh pintó tres versiones de esta obra, con mínimas diferencias en pequeños detalles y más acentuadas en cuanto a las tonalidades de color, de las que aún se encuentran más diferencias según la fuente que se consulte, tanto impresa como en Internet.
A mí siempre me ha encantado la tercera, pintada en 1889. Y ha sido ésa la que he ido recreando, desde el encuadre preliminar abocetado a lápiz, y en la que me he sumergido para envolverme entre luz y color durante varios días.
Pero no he estado solo en ningún momento. Vincent me ha acompañado...
El maestro me ha ayudado a superar los temores por el reto de su genialidad; me ha sugerido mezclas de color de osadía impensable; me ha animado a aplicar mi propio criterio para hacer una cuarta versión con mi punto de vista personal... con mi luz y mis colores.
Me ha estimulado su confesión de que en la pintura él también fue autodidacta, como yo... Y poco a poco, paso a paso, mancha a mancha, hemos ido avanzando.
También hemos conversado mucho. Sobre las injusticias e hipocresías de un mundo que a ambos nos resulta con frecuencia incomprensible y muy ajeno; sobre los egoísmos de quienes dicen amarnos y nos causan dolor conscientemente; sobre la admiración, el respeto y el valor que se nos concede cuando faltamos...
Vincent van Gogh, 1889 |
Por ello, agradezco muy sinceramente a la querida amiga que, con su plena confianza en mi capacidad y aptitudes, me lo haya pedido y obligado a desentumecer mis dedos y retomar los pinceles, después de demasiado tiempo sin pintar nada... en casi nada.
Acrílico sobre lienzo
Formato: 55x38 cm
No disponible.